Las ingenieras hacen piña en Gijón para atraer a más chicas al sector tecnológico

Las asignaturas técnicas pierden peso en los institutos, denuncian los profesores, lo que aleja a las jóvenes de carreras con alto nivel de empleo.

Hace diez años, cuenta la madrileña Gloria Bueno, en un congreso de tecnología «raramente veías a una mujer». Ayer a la Escuela Politécnica de Gijón asistieron 160: 14 como ponentes y el resto como espectadoras. «Vamos perdiendo el miedo a coger un micrófono», aseguraron ingenieras de toda España en el primer Women Techmakers Asturias, un evento de Google que pretende mostrar las últimas tendencias del sector pero con un enfoque reivindicativo. Y quejas hubo. «Por ser madre no dejas de tener conocimientos. El problema es que culturalmente nos han enseñado a estar en un rol pasivo y en el día a día sigue habiendo sesgos. Yo que doy talleres en algunas multinacionales, los chicos se sorprenden al escucharme: ‘Anda, si utiliza términos técnicos'», denuncia Paola García, que dirige su propia startup tecnológica en el Campus de Google de Madrid.

Las ingenieras hicieron ayer piña en Gijón para demostrar «que somos muchas aunque parecemos poquitas» y visibilizar su profesión de cara a las futuras generaciones, entre otras cosas porque tienen gran capacidad de absorción de empleo. En la región, sólo una cuarta parte de los nuevos graduados en Ingeniería son chicas y el dato es todavía más alarmante en el caso de la Informática, donde la presencia femenina se reduce al 14%. ¿Por qué? Inés Huertas, cofundadora de una empresa especializada en el Big Data, cree que una de las razones es que «no tenemos referentes femeninos potentes en el sector tecnológico». «Pensamos rápidamente en Mark Zuckerberg -el fundador de Facebook-. Pero yo como mujer no me siento identificada con nadie», sostiene Huertas, que añade: «Sin referentes y sin maestros, no hay alumnos».

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Rosana Álvarez es maestra de Robótica y Ainara Torre, Alba Castaño, Alba Ruiz y Chabely Jerez son sus alumnas en el Instituto Jerónimo González, de Langreo. Ellas tienen sólo 16 años -cursan primero de Bachillerato- pero desarrollan proyectos tecnológicos pioneros. Un ejemplo: un contenedor de reciclaje que manda un mensaje de correo electrónico a Cogersa cuando está lleno, avisa del peso, previene incendios… Otros ejemplos, aún en desarrollo: una persiana automatizada que baja sola cuando llueve y sube después del chaparrón «para que no tengamos que limpiar los cristales tanto»; y una ruta geolocalizada con vídeos, imágenes y audios sobre el secuestro de la Santina de Covadonga. «Debería haber más comunicación entre los centros escolares, la universidad y las empresas, porque en la escuela hay ideas muy originales», afirma Rosana Álvarez.

La profesora del Instituto Jerónimo González denuncia la «incoherencia» que hay en el sector, ya que, como explica, «por un lado nos dicen que las nuevas tecnologías son importantísimas y por otro nos quitan las asignaturas en los colegios». Tecnología Industrial, TIC e Imagen y Sonido son optativas en el Bachiller, y encima, agrega Ainara Torre, «no ponderan en la EBAU (prueba de acceso a la Universidad)». Los proyectos sirven para «abrirnos los ojos y comprobar que somos capaces de hacer lo que nos propongamos».

Fuente: La Nueva España

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